viernes, 19 de septiembre de 2025

En la cima

Con paso ruidoso sigo el sendero,
el amanecer dibuja las cimas
y un viento obstinado
me empuja a seguir.

El horizonte se hunde en el mar,
las nubes lo cubren todo
menos mi meta,
que arde a la espera.

Los pulmones hacen acordes
que se disuelven en las venas de la montaña,
caen, se pierden,
bendecidos por su silueta.

Los recuerdos se desprenden,
golpean la piedra
y se hunden donde la luz no llega.

El cielo vuelca su hermosura,
me arrebata la voz
y la convierte en melodía
que los troncos usan para silbar.

El espacio se abre interminable,
me devuelve la mirada
y sopla en mis entrañas.

Lo lejano se vuelve cercano:
tras mis pasos queda todo lo que fui.
Escalo con manos y pies,
en silencio sagrado,
en pura contemplación.

Las formas se deshacen,
el hielo toca mi rostro,
congela mi sangre,
dilata las pupilas.

Estoy en el cielo:
piernas rendidas,
deseo agotado,
y el final tan esperado.

Sólo guardo un recuerdo:
palabras de cariño,
único vestigio
que a la distancia me acaricia.

Me sorprende el sabor de una lágrima
que, en vez de caer,
asciende,
perdida en la inmensidad de su nombre.

Levanto mis huesos,
resuenan ecos que llaman a la soledad,
y esa soledad
se transforma en belleza.

El cielo firma en mi cuerpo
la certeza:
esta insistencia,
donde el tiempo se detiene
y el paisaje se graba en la retina,

es el nombre secreto...
de la vida.

Don Goyo

Entre piedras errantes
seguí el cauce rebelde,
el río me habló con su voz de cascadas
y me exigió un precio de cansancio.

El sendero no existía,
eran murallas, resbalones crueles,
un cruce helado donde la corriente
me recordó que la soledad también pesa.

Pero al fin, la cascada me abrió sus brazos,
un murmullo cristalino
cayendo desde la herida de la montaña,
como si todo mi esfuerzo
tuviera sentido en ese instante.

De regreso, otro camino se reveló,
más breve, más dócil,
como un secreto que el monte guarda
para quienes ya se atrevieron
a tocar su corazón.

Y comprendí:
a veces el destino nos entrega
la ruta más difícil primero,
para que al llegar,
sepamos de verdad
lo que significa haber llegado.

Canción de amor

Seguir debiendo una canción de amor
es como cargar con un secreto en el pecho,
saber que hubo palabras
que nunca llegaron a tus labios,
melodías que se quedaron encerradas en el aire.

Es aceptar que amaste,
pero que lo dicho nunca alcanzó,
que entre lo que sentías y lo que pudiste mostrar
hay un vacío enorme,
del tamaño de una canción que todavía espera nacer.

Esa deuda no es con ella solamente,
sino contigo mismo:
porque a veces la canción pendiente
es la forma que tiene el alma
de recordarte que aún guardas amor,
aunque el tiempo se desvanece. 

jueves, 18 de septiembre de 2025

Belleza eterna

Belleza expresada:
el órgano que resucita su melodía,
las letras grabadas en muros dibujando emociones,
los cuadros que atraviesan el tiempo
como portales al alma de quienes alguna vez estuvieron.

Belleza estudiada:
el andar preciso del sol,
la geometría secreta de la estructura,
el saber escrito en las estrellas,
la inteligencia humana
que aprende a descifrarlas.

Belleza en sí:
arte y ciencia
entrelazados en la profundidad de la montaña,
donde nace la obra de la vida.

Amor y muerte,
y la creencia en un Dios,
dan aliento al corazón
que transforma la existencia en creación.

Años de despertares conducen a un nombre:
Guido Buffo,

que levantó su templo con la certeza,
de que el ser es un puente de luz,
una unión entre la tierra y las estrellas,
entre lo fugaz y lo eterno.

Pero también fue un corazón herido,
que buscó en la belleza
el alivio de su pena,
y en la creación
la forma más honda de existir.

Así, su obra permanece,
no solo como memoria,
sino como llamado:
a mirar la vida con los ojos del asombro,
a sentir en la ciencia y en el arte
el mismo pulso de lo divino

donde la vida se hace infinito. 

Pozo de ensueño

El apagón me destierra de la ciudad
perdido en las olas inmóviles de la tierra
majestuosa y gigantesca 
la montaña me recibe 
con el rumor de sus secretos florecidos

Abrumado y cansado
recorro sus paisajes infinitos
con la presencia latente en cada rincón 
el silbido que me persigue
erguiéndose entre las piedras 

Ríos con su fluir tranquilo
ojos habituados a la belleza 
se tapan con mi pasar
tiembla el cielo 
se parten aún más los huesos

Huyo de lo inevitable 
con el desenfreno sin rumbo
caigo en picada en los remolinos 
del amor y la muerte 
que colapsan en esa cascada de ensueño

Ahí me pierdo
ahogado de humanidad
giro en su pozo verdoso 
hundiéndome en sus abismos
me dejo llevar por su gritar

que se vuelve silencio 
y reina la paz

En la cima

Con paso ruidoso sigo el sendero, el amanecer dibuja las cimas y un viento obstinado me empuja a seguir. El horizonte se hunde en el mar, la...