gritando tu nombre,
o acaso manoteo las sombras
que imitan tu figura.
Me estrello contra el recuerdo,
rompo la piel
y sangran culpas
en un mar de desilusión.
Ruedo hacia el fondo…
y allá, en la cima,
me observas caer
sin inmutarte nada.
¿Se puede amar al dolor?
¿Abrazar la llaga que supura?
¿Abrirse al olvido para que nos posea?
¿O seguir debiendo lágrimas
al eterno cariño que siento por vos?
El castigo es mi destino,
grabado en las heridas
que laten penas
y se desahogan aliviando este peso.
Supiste quién era,
desentrañaste las tripas de mi alma,
y no lo soportamos.
Ya era demasiado tarde.
Naufragio de soledades,
me escurro entre los fantasmas,
intento creer que aún es posible
sanar las maldiciones.
¿Con qué relleno los agujeros?
Te fuiste con un suspiro,
abriste el tajo de la realidad
dejándome frente al espectro de lo que soy.
Algo se rompió dentro;
ni las estrellas se atreven a mirar.
En silencio me disuelvo,
como el humo entre las grietas.
Para morir…
y luego nacer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario