perdido en las olas inmóviles de la tierra
majestuosa y gigantesca
la montaña me recibe
con el rumor de sus secretos florecidos
Abrumado y cansado
recorro sus paisajes infinitos
con la presencia latente en cada rincón
el silbido que me persigue
erguiéndose entre las piedras
Ríos con su fluir tranquilo
ojos habituados a la belleza
se tapan con mi pasar
tiembla el cielo
se parten aún más los huesos
Huyo de lo inevitable
con el desenfreno sin rumbo
caigo en picada en los remolinos
del amor y la muerte
que colapsan en esa cascada de ensueño
Ahí me pierdo
ahogado de humanidad
giro en su pozo verdoso
hundiéndome en sus abismos
me dejo llevar por su gritar
que se vuelve silencio
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