fluyen entre las escaleras rocosas
algunas se pierden en recovecos
otras se destruyen por la fuerza de la bajada
Las suertudas
las pocas que se mezclan entre sí
sobreviven al caos
lo surfean entre millones
y caen a la oscuridad de la inmensidad
un montón que se vuelve cada vez más frío
donde no llega la luz del sol
En medio de este desastre
justo antes de caer y disolverse
estaba yo
contemplativo del devenir de cada una
siendo un obstáculo más de su final
atravesado por miles de ellas
Me enfrían
el cuerpo tiembla por la vida por quemar
por los saberes que arderán
y no se mueve
porque el alma se alimenta
llora con la calma del dolor
se disuelve en ese mismo pozo
repleta de un amor nuevo y sagrado
que la vuelve plena
la vuelve eterna
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